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La Universidad de Florida (UF) puso en marcha una investigación, después que un informe interno revelara una cultura de miedo entre los miembros del profesorado, que alegaban la existencia de influencia política en el campus, así como casos de presión para destruir y retrasar la publicación de los datos de la investigación del COVID-19. El informe, fue el resultado de una investigación de tres semanas sobre la libertad académica en la UF, después que se le impidiera a tres profesores a tiempo completo, a testificar como expertos pagados, en una demanda presentada contra el estado sobre el derecho al voto.

La mayor encuesta sobre la integridad de la investigación multidisciplinaria está en riesgo de lograr sus objetivos, ya que dos tercios de las instituciones invitadas a colaborar, se negaron a participar debido a la sensibilidad del tema y al temor a la publicidad negativa. Como resultado, los investigadores que realizaron la Encuesta de Integridad Nacional de los Países Bajos, se encontraron solos en la tarea de recopilar muchas direcciones de correo electrónico y solicitar respuestas. Reunieron información de menos del 15% de los 40,000 participantes a los que se dirigía la encuesta.

Un importante geólogo de Antártica ha sido acusado de acoso sexual por parte de dos de sus antiguas estudiantes durante expediciones de investigación. En la encuesta en línea publicada en PLOS ONE y cubierta por Science en 2014, 71% de las mujeres encuestadas, reportaron ser acosadas sexualmente durante trabajos de campo; 84% de ellas eran aprendices.

Se insta a universidades a que bloqueen páginas web que venden ensayos, que identifiquen los “puntos claves” de trampa y consideren publicar datos de violaciones a la integridad académica. Mientras las universidades lidian con una creciente trampa por contrato – que involucra a estudiantes subcontratando evaluaciones – la vigilancia de la educación superior de Australia ha revelado nuevos lineamientos para enfrentar el tema. Una encuesta reciente, realizada por un profesor adjunto de la Universidad del Sur de Australia, quien ayudó a crear los lineamientos; encontró que el 6% de los estudiantes australianos participaron en trampas.