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La corrupción académica vinculada a la pandemia del COVID-19, resalta la urgencia de fortalecer la transparencia y la rendición de cuentas en universidades africanas. Dicha corrupción incluye la mala práctica en investigaciones, gestión de investigaciones cuestionables, mal manejo de fondos de investigación y fraude en la contratación. Varios funcionarios universitarios ignoraron procedimientos de contratación para la adquisición de materiales y equipos para investigaciones sobre el coronavirus. Se identificaron 33 documentos como inadecuados para uso público y se retractaron, retiraron o se observaron con preocupación

Un informe de 2019 muestra que no se reportaron $6.5 billones en regalos extranjeros a instituciones de los Estados Unidos. Para que las universidades rindan cuentas y asegurar que sus informes estén completos, exactos y transparentes, el Departamento de Educación hace cumplir la Sección 117 de la Educación Superior, la cual requiere que universidades reporten todos los regalos y contratos por un valor de $250,000 o más que involucren a fuentes extranjeras.

El programa de la Corporación de Difusión Nacional de Australia (ABC) reveló que Universidades a lo largo de Australia, matriculan cientos de miles de estudiantes extranjeros simplemente como fuentes de dinero, sin importar si están preparados para tomar los cursos de la licenciatura. Académicos le dijeron a la ABC, que habían visto números récord de casos de mala conducta, y cada vez más casos de estudiantes extranjeros luchando por entender, usando aplicaciones en sus teléfonos para traducir las clases. Después de la transmisión de la ABC, el Sindicato de la Educación Terciaria Nacional (NTEU) hizo un llamado a las universidades a que mejoraran su responsabilidad pública, cuando trataran con estudiantes internacionales.

La organización sueca a cargo de revisar investigaciones, ha concluido que el cirujano golpeado por escándalos, era culpable de mala conducta científica; por describir de manera engañosa las operaciones de tráquea sintética como exitosas en una serie de artículos científicos. En el 2014, cuatro doctores del Hospital Universitario de Karolinska en Estocolmo, lo reportaron al presidente del Instituto de Karolinska (KI) por presuntamente distorsionar los hechos de sus operaciones con tráqueas artificiales cuando los presentó a revistas científicas. Los artículos luego fueron revisados en el 2015, por el profesor de ciencias quirúrgicas de la Universidad de Uppsala, quien concluyó que el cirujano era culpable de mala conducta científica, pero la evaluación general de KI era para limpiar su nombre y el de los coautores.