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Los maestros y escuelas fantasmas son una carga para el sistema educativo en zonas rurales de Beluchistán, y el gobierno necesita tomar medidas concretas para reparar el daño que han causado en los niños y su futuro. La mayoría de las escuelas públicas carecen de condiciones básicas como muros exteriores, sillas, baños, agua potable, electricidad, y hasta maestros, sin mencionar la ausencia de materiales de estudio como libros de texto y otras necesidades de infraestructura. Las autoridades continúan pagando a profesores, a pesar de su deliberada ausencia, y un gran número de ellos son contratados basados en su afiliación política, en lugar de sus logros y calificaciones educativas.

A pesar de las promesas de grandes reformas en la educación hechas por el nuevo presidente, el sistema soviético sigue funcionando. Muchos alegan que los burócratas que participan en la renovación de las escuelas frecuentemente firman contratos dobles con empresas constructoras extranjeras, deliberadamente concebidos para permitir que una gran proporción de los costos que figuran en los contratos desaparezcan. Además, los sobornos se siguen considerando como un segundo prerrequisito para la admisión en la universidad, tras las notas obtenidas en los exámenes de ingreso estandarizados.