Científicos de la Universidad de Ottawa, el Hospital de Ottawa y otras instituciones importantes en toda Canadá continúan publicando sus resultados en revistas de ciencias falsas, manchando el trabajo a pesar que han sido advertidos por años. Un editor veterano de ciencias, exhorta que todo el trabajo que se produjo en dichos estudios “se ha perdido”. Hasta hace poco, el alcance del problema de revistas “predatorias” ha sido difícil de medir. Ahora, un gigante en el sector de editoriales falsas, OMICS India Internacional, ha mejorado el sistema de búsqueda para 700 revistas. Se encontró que cientos de científicos canadienses publicaron recientemente con la compañía Indú - la misma que aceptó el análisis de este diario sobre cómo los cerdos vuelan.

En septiembre 24 del 2017, el periódico holandés de Volkskrant, publicó un reportaje de una investigación sobre auto-plagio (zelfplagiaat), realizado por un grupo de investigación de Nijmengen. El sociólogo de ciencias y su estudiante de doctorado analizaron 922 publicaciones de científicos de años recientes. En economía, el 14% de los trabajos contenían texto de propias publicaciones pasadas, en psicología el número fue de 5%. Incluso encontraron un artículo duplicado; publicado nuevamente con un pequeño cambio, y dos artículos sumamente parecidos por el mismo autor en la misma edición de una revista. También detectaron que los autores que publican más artículos son más propensos a reutilizar sus textos.

Se insta a universidades a que bloqueen páginas web que venden ensayos, que identifiquen los “puntos claves” de trampa y consideren publicar datos de violaciones a la integridad académica. Mientras las universidades lidian con una creciente trampa por contrato – que involucra a estudiantes subcontratando evaluaciones – la vigilancia de la educación superior de Australia ha revelado nuevos lineamientos para enfrentar el tema. Una encuesta reciente, realizada por un profesor adjunto de la Universidad del Sur de Australia, quien ayudó a crear los lineamientos; encontró que el 6% de los estudiantes australianos participaron en trampas.

Ha escuchado sobre editores o revistas depredadoras? Tales editores o revistas cobran a autores para publicar artículos sin haber sido revisados por pares. Su número está creciendo. Una lista de potenciales, posibles o probables editores y revistas depredadoras académicas de acceso abierto pueden ser encontradas en Académicos de Acceso Abierto.

El Ministerio de Educación Superior y la Universidad de Malaya (UM) investigarán denuncias de investigaciones fraudulentas involucrando a la facultad de medicina de la UM. Las denuncias de fraude se dieron a conocer en redes sociales en la pasada semana, y subsecuentemente fueron retomadas por la prensa de ciencias. El Ministro de Educación Superior dijo que personalmente estudiaría la situación. La universidad ha formado un comité ad-hoc que investigará dichas denuncias.

La independencia de universidades suizas del mundo corporativo, otra vez ha sido cuestionada, cuando información de tratos de patrocinios farmacéuticos fueron publicados por un canal televisivo de Suiza, SRF. El programa encontró evidencias de que una compañía pudo haber manipulado datos de una investigación académica. La investigación de SRF, demuestra vínculos financieros entre farmacéuticas gigantes y varias universidades importantes. La revelación más condenatoria es que un grupo demandó ver investigaciones cada tres meses y se reservó el derecho de hacer “modificaciones aceptables” a los resultados.

El movimiento de libre acceso nace de la idea que investigaciones financiadas por fondos públicos deberían de estar disponibles al público. Existen miles de revistas de libre acceso, pero muchas de ellas son percibidas como carentes del prestigio que las universidades demandan para sus investigadores. Académicos no leen su propio trabajo, pero no pueden permitirse el lujo de no publicar en éstas prestigiosas revistas si quieren avanzar en sus carreras. Muchos académicos tienen que buscar otros medios para encontrar reportajes, y no pagar el mínimo de $ 30, que es lo que muchas de las editoriales cobran por acceder a un artículo.

Una estudiante de posgrado, de 27 años de edad, de Kazajistán, está operando una base de datos en línea de casi 50 millones de artículos de revistas académicas, destrozando el negocio de $10 billones anuales de las editoriales académicas. Ella se ha mantenido fuera del alcance de un juez federal, quien a finales del año pasado emitió un mandato en contra de su sitio web, con la observación que los daños pudieran sumar $150,000 por artículo.