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Una mezcla entre pobreza endémica y corrupción en el sistema educativo, así como los abusos del gobierno, son algunos de los factores que no han permitido que los niños de zonas rurales no tengan acceso a la educación básica. La inversión en educación básica es crucial para el futuro desarrollo, puesto que el 40% de la población de Honduras está por debajo de los 14 años de edad.

A lo largo de los años ingentes cantidades de alimentos en grano y combustible, cuyo fin era ser distribuidos a través de canales públicos o de programas de protección social entre los sectores más pobres, como "alimentos a cambio de trabajo" y "comidas escolares para niños pobres", se han robado y vendido en el mercado libre.

El presidente negó el pedido de las escuelas para cobrar el almuerzo de los estudiantes que participan en el programa de Educación Primaria Universal (EPU), afirmando que éste ha sido concebido para las familias pobres que no pueden asumir gastos adicionales. Además, declaró que el pago de montos innecesarios de dinero crearían barreras adicionales a la EPU, pues se añadirían a los costos ya existentes, tales como uniformes caros, libros, visitas y otros rubros.

Los programas de alimentación de nuestras escuelas de primaria se pusieron en marcha a partir de 1994, como parte del Programa de la Reconstrucción y Desarrollo. El objetivo principal de los programas de alimentación era asegurar que se cubrían las necesidades básicas nutricionales de millones de niños sudafricanos que vivían en la pobreza. Entretanto los programas alimentarios que ofrecen a estos niños su única comida diaria, se ven amenazados por la ineficacia burocrática y prácticas corruptas por parte de proveedores independientes.