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El vicepresidente del Sindicato de Profesores de Ceilán ha acusado a la Provincia del Norte, de inducir a la administración educativa a la corrupción y al soborno durante años. Los gobernadores habían sido informados en varias ocasiones de las malas prácticas y los abusos que se producían en las escuelas primarias, y en las notorias escuelas femeninas de Jaffna sin que se tomara ninguna medida.

Cuatro funcionarios del Departamento de Educación de Cabo Oriental y un empresario se enfrentan a cargos de corrupción, fraude, robo e infracción de la Ley de Gestión de las Finanzas Públicas por 59 millones de rands destinados a libros de texto. Bajo el pretexto de que las escuelas contaban con recursos suficientes para libros de texto, decidieron, sin permiso del Tesoro Nacional, que el 80% del presupuesto se desviara y se utilizara para la adquisición de material de recursos complementarios, principalmente equipos informáticos y fotocopiadoras.

Según la Agencia de Garantía de Calidad de la Enseñanza Superior, hay más de 1.000 fábricas de ensayos en funcionamiento en las universidades del Reino Unido. El gobierno anunció que ofrecer servicios de redacción de ensayos a los estudiantes a cambio de una cuota se convertirá en un delito en el marco de los planes para abordar el engaño. Las universidades acogieron con satisfacción esta decisión e introdujeron códigos de conducta con severas sanciones por presentar trabajos que no son propios del estudiante.

Se está realizando una investigación por la Comisión de Servicios Docentes (TSC) tras denuncias que comités de docentes a nivel de distrito, bajo la influencia de sobornos, ascendieron a maestros que no cumplían con los requisitos. Un funcionario del gobierno le pidió a la TSC que estableciera un sistema digital para guardar información sobre los maestros y que proporcionara un centro de servicio al cliente para los docentes que se encuentran en dificultades para desempeñar sus funciones.

Una investigación en una escuela de la Ciudad de Baltimore encontró que los administradores tramaron para inflar las matrículas, presionaron a los maestros para cambiar calificaciones y programaron a los estudiantes en clases que no existían. Durante tres años, cerca de 100 estudiantes permanecieron en las listas, pero no asistieron a la escuela. La escuela operaba cursos vespertinos y de verano diseñados para que los estudiantes pudieran recuperar créditos, pero los cursos no cumplieron con los estándares. En algunos casos, profesores no cualificados fueron asignados a enseñar, y en otros casos, miembros del personal fueron nombrados profesores de una clase que nunca dieron.