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Las universidades de los E.E.U.U. usan una variedad de enfoques para combatir la trampa, desde programas avanzados de detección de plagio, acciones legales en contra de compañías que ofrecen servicios de escritura de materias, hasta entrevistas con estudiantes sospechosos de hacer trampa por contrato. En Canadá, el Consejo de Integridad Académica de Ontario reúne dos veces al año a funcionarios universitarios para compartir las mejores prácticas. Australia y Nueva Zelanda cuentan con una legislación similar: penas de prisión de hasta dos años y fuertes multas.

Entre 2014 y ahora, el 15.7% de estudiantes de Estados Unidos, admiten haber pagado a alguien para que realicen sus trabajos. Escuelas como Georgia Tech (GT), han lanzado su propia arma en contra de la guerra de trampa contratada; un “bot”. El “bot” GT, llamado Jack Watson, se infiltra en sitios de trampa, haciéndose pasar por escritores por pago y tramposos de tareas. Cuando un estudiante escoge al “bot” para hacer su trabajo, el “bot” le manda al estudiante un trabajo elaborado por el profesor con una “marca de agua”. Nueve estudiantes fueron descubiertos al presentar su trabajo con la letra escarlata.

Según el jefe de la Agencia de Garantía de Calidad de la Educación Superior (QAA), las fábricas de ensayo se han convertido en un “asunto de salud y seguridad pública”, afectando a toda la sociedad. Si los estudiantes hacen trampa en sus licenciaturas, habrá personas que entran a las profesiones cuando no están calificadas para realizar el trabajo que se requiere. Esta práctica se está extendiendo a estudiantes de sexto grado que buscan a las fábricas de ensayo para completar sus trabajos escolares.

La junta de audiencia de la Oficina de Responsabilidades y Derechos Estudiantiles encontró que 34 estudiantes universitarios y 27 egresados violaron las pautas de integridad académica. Según los expertos en integridad académica, los estudiantes graduados son más propensos a cometer errores accidentales de citación, mientras que los universitarios son más propensos a copiar información directamente de otras fuentes o comprar ensayos para hacerlos pasar como propios. Los funcionarios ponen en período de prueba académica a los estudiantes que están por debajo del promedio de 2,0 y aquellos con un promedio menor de 3,0 no reciben su título universitario.

La Agencia de Control de Calidad (QAA), informa que la pandemia ha demostrado cuán innovador y adaptable puede ser el mercadeo de las fábricas de ensayos, mediante la publicidad de descuentos y “sugiriendo que pueden llenar un vacío resultante de una falta de supervisión, o hasta ofreciendo escribir ensayos para ayudar a los estudiantes a mantenerse sanos.” Según la QAA, las universidades deben encontrar una manera de prevenir o atrapar a los tramposos en evaluaciones de distanciamiento físico.

La Nueva Unidad de Integridad Educativa, financiada por el gobierno federal supervisará las faltas de conducta académicas en universidades australianas. Investigadores informaron de que, entre el 6 y 10 por ciento de los estudiantes han hecho trampa durante sus estudios. La nueva unidad abordará desde “amenazas emergentes” hasta integridad académica y de investigación, estándares de admisión e información, seguridad estudiantil, interferencia extranjera, seguridad cibernética, fraude y corrupción.

Un estudio sistémico realizado por Fronteras en Educación en 2014-2018, encontró que el 15.7% de los estudiantes universitarios cometen trampa por contrato. En total, esto podría representar potencialmente a 31 millones de personas. Mientras tanto, el número de casos de soborno también ha incrementado. Investigaciones en el Reino Unido, muestran que el 31% de las fábricas de ensayos utilizan publicidad engañosa y la mayoría no garantiza contenido que cumple con la calificación de aprobación. Para combatir la trampa por contrato, se necesita un esfuerzo conjunto de las legislaturas, estudiantes y profesores.

A pesar que la Política de Integridad Académica no ha cambiado en la Facultad de Rutgers, desde la transición a aprendizaje a distancia, los departamentos han implementado nuevas medidas en un esfuerzo por prevenir la trampa. La Oficina de Conducta Estudiantil ha creado videos tutoriales sobre cómo completar el trabajo honestamente, y en los exámenes y tareas importantes deben escribir y firmar un compromiso de honor. La política incluye siete tipos de violaciones: plagio, engaño, y fabricación, facilitación de deshonestidad, sabotaje académico, violación de la ética de investigación o profesional y violaciones involucrando una actividad potencialmente criminal.

Un profesor de la Universidad de Calgary dice que, “la mala conducta académica es un mega problema que se extiende por todo el mundo.” Hasta agosto de 2020, se habían encontrado 1,340 incidentes de trampa en la Universidad de Waterloo, un aumento del 146% con relación al año anterior, mientras que, en la Universidad de Calgary, la trampa ha aumentado el 269%. Según la Agencia de Garantía de Calidad del Reino Unido, el COVID-19 ha acelerado el crecimiento de la trampa por contratación, ya se conocían la operación de 904 fábricas de ensayos, que proporcionan textos de autores fantasmas