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Según un experto, la crisis de la vivienda, las presiones por el costo de la vida, las barreras lingüísticas, la falta de tiempo y el apoyo de las universidades están llevando a los estudiantes australianos a recurrir a las trampas por contrato. Su investigación reveló que alrededor del 10% de los estudiantes presentan trabajos escritos por otra persona, y más del 95% de ellos no son descubiertos. También reveló que los que tienen el inglés como segunda lengua o lengua subsiguiente, son tres veces más propensos a contratar escritores fantasma.

La Universidad de Curtin, implicada en una investigación poco ética que utiliza tecnología de reconocimiento facial para identificar minorías uigures y tibetanas, en varias ocasiones presionó, sin éxito, para que los editores se retractaran. Una revisión interna de la investigación realizada por un profesor demitido de la universidad encontró que había violado varios códigos éticos, incluyendo el no haber obtenido permiso y aprobación. El artículo sigue en línea, a pesar de que el vicerrector de la Universidad de Curtin ha exigido a la editorial que elimine todas las referencias a la universidad.

Muchas instituciones en Australia proveen programas de entrenamiento para sus estudiantes de doctorados, pero estos programas varían en calidad, contenido y alcance. La tentación de juzgar el desempeño de un investigador para el otorgamiento de financiación según el número de investigaciones publicadas y enfocarse más en la cantidad que en la calidad es bien fuerte. No solo están llevando a los investigadores a la dirección equivocada, sino que están creando un mercado para criminales en el ingreso a la publicación académica.