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Un catedrático de economía política de la universidad más antigua del mundo, más o menos invitó a los alumnos a copiar. Es su manera de hablar en contra de la impunidad de ciertos colegas acusados de plagio. Anunció « No revisaré si copiaron su trabajo, ya que en buena consciencia, no puedo pedirles que respeten las reglas de la Universidad de Bolonia, cuando ellos permiten que sus profesores las violen ».

En Argelia, el plagio ha sido tabú para algunos y un secreto a voces para otros, pero ahora es un escándalo que nadie puede negar – a pesar de los esfuerzos de los oficiales del Ministerio de Educación Superior e Investigación Científica por tratar de minimizar el problema. Algunos ejemplos evidentes de plagio han surgido en la esfera pública, y parecen ser la punta del iceberg. El ministerio de educación superior e investigación científica, ha adoptado una serie de medidas para frenar este fenómeno, incluyendo la instrucción a todas las universidades a que establezcan bases de datos en sus sitios web donde se registren todos los trabajos y tesis elaborados por estudiantes, oradores e investigadores.

Una nueva compañía de Melbourne ha creado un programa anti-plagio que se está probando en cuatro importantes universidades australianas.
Se llama Cadmus, y rastrea las tareas de los estudiantes. El programa de edición y autenticación – que opera como un documento de Google, puede accederse desde cualquier lugar – utiliza análisis de pulsaciones de teclas para construir perfiles de los estilos de mecanografía de los estudiantes, detectando cuando otra persona deshonestamente se involucra en su trabajo.

Según una nueva investigación, los estudiantes no comprenden qué es el plagio y por qué deben evitarlo. Un investigador de la Universidad de Otago, cree que las universidades podrían tener que reconsiderar sus políticas de plagio y cómo pueden “influenciar o confundir a los estudiantes de manera contraproducente”. El estudio cualitativo, publicado en el Diario de Educación Superior encontró que, aunque “conscientes del plagio como un concepto” y creyendo que aquellos que “intencionalmente copian están engañando a todos”, los estudiantes ignoran el potencial de las implicaciones del plagio involuntario.

Según un reporte realizado por el Centro de Aplicación e Investigación de Política Educativa (BEPAM) de la Universidad Bogazici de Estambul, 34 % de las tesis académicas en Turquía tienen altos índices de plagio. En su estudio de “calidad en la escritura académica”, BEPAM analizó 600 tesis en total, incluyendo 470 tesis de maestrías y 130 de doctorados, escritas entre el 2007 y el 2016. El estudio reveló un “alto plagio” en 34% de dichas tesis. El índice era 46% en universidades privadas y 31% en públicas.

El gobierno planea tener una ley para parar el desenfrenado plagio académico, con un castigo que va desde una advertencia hasta la expulsión en el caso de estudiantes y el despido docente. El regulador de la educación superior de la Comisión de Becas Universitarias (UGC) está finalizando la redacción de la ley – la primera de este tipo – lo más probable será enviada a finales de junio al Ministerio de Desarrollo de Recursos Humanos para tomar medidas adicionales. Fuentes oficiales dijeron que el gobierno tiene la intención de buscar aprobación parlamentaria para dicha ley durante este año.

En diciembre del 2015, un miembro importante del partido en poder de Rusia, fue acusado de plagiar una gran parte de su disertación de economía. Pero lo más raro del presunto plagio, no fue su falta de defensa, sino que al público ruso pareció no importarle. De hecho, el Presidente del Estado es uno de más de 1,000 altos funcionarios rusos que han sido encontrados culpables de plagio. Los acusados han sido políticos, jueces, fiscales, oficiales de la policía, hasta rectores de universidades.

Copiar es robar. Este dicho de anti-plagio está en el corazón de un caso, que ha sacudido el pequeño mundo de medievalistas franceses por dos años. Ahora, el caso ha regresado con una nueva demostración de conductas plagiarias, y está forzando a universidades y comunidades científicas a hacerle frente a sus responsabilidades. Y de forma más general, plantea la pregunta si el sistema universitario como un todo tiene la habilidad de enfrentar este asunto, más allá del presente caso.

Hace dos años, un economista polaco liderando una universidad privada en Varsovia, fue contactado por reclutadores de Moscú. Encontraron su perfil en LinkedIn y querían que un líder universitario europeo que hablara ruso, reformara la prominente Universidad de Narxoz, en Almaty, una ciudad al este de la inmensa república de Kazajistán, a unas cuantas horas de camino de las fronteras del noroeste de China. Después de dieciséis meses como rector, le comentó a la Enseñanza Superior de la Revista Times de sus esfuerzos por erradicar la trampa, el plagio, la corrupción y la enseñanza rígida, lo que ha llevado al despido de cientos de académicos.