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Hasta 100.000 estudiantes al año utilizan actualmente las docenas de empresas enmascaradas que se dedican a producir trabajos a medida para asegurar altas calificaciones.

Al frente de la compañía envuelta en un escándalo de trampa académica de gran escala, es una mujer de negocios originaria de China. La empresaria de 30 años ha utilizado su licenciatura en contabilidad para crear un servicio de escritura fantasma muy lucrativo, llamado “MyMaster”. Este campo ha visto a la compañía MyMaster ganar por lo menos $160,000 durante el 2014 y entregar más de 900 tareas fraudulentas a estudiantes dispuestos a pagar $1,000 por el trabajo.

Varias universidades de Sidney envueltas en un escándalo de malas prácticas, entre las que se incluye la de estudiantes que utilizan servicios online que escriben sus trabajos de clase, declaran que están dando respuesta y que van a tomar medidas enérgicas contra este nuevo método de engaño. El rector de la Universidad de Sidney declaraba que él en persona se pondría a la cabeza de un grupo especial designado para investigar la mala conducta académica tras la aparición de estos nuevos métodos de engaño.

La Universidad de Macquarie ha revocado los títulos de grado a dos de sus estudiantes y ha evitado que 10 más terminaran sus carreras universitarias después de que una investigación independiente revelara que habían utilizado el servicio online de trabajos-fantasmas para completar sus trabajos escritos. La Universidad de Sidney del Norte ha sido la última de las instituciones en finalizar sus investigaciones a nivel interno de la fraudulenta Web MyMaster, en la que se demostraba que hasta 1.000 estudiantes de 16 universidades contrataron los servicios de la empresa online MyMaster para que les escribieran sus trabajos e hicieran sus exámenes online.

Universidades pudieran atraer sanciones, incluyendo la suspensión de subsidios, si se descubre que sus profesores están guiando al mismo tiempo, a más de ocho estudiantes de Doctorados, como parte de un esfuerzo para tapar vacíos en investigaciones. La Comisión de Subsidios Universitarios pedirá a todas las Universidades que deberán tener programas de anti-plagio para asegurarse que las tesis reflejen investigaciones genuinas. Este paso cobra importancia contra la práctica de algunas agencias que ofrecen sus servicios de investigación a estudiantes para escribir sus tesis por una cuota.

La mayoría de los estudiantes son felices con el trabajo duro, hacen su mejor esfuerzo y aceptan las consecuencias. Pero hay un organizador de escritores de ensayos comerciales que están preparados para ayudar a aquellos que no se molestan en estudiar. Las universidades han respondido a la amenaza, tratando de cambiar la manera como evalúan a los estudiantes. Con más frecuencia, los estudiantes están presentando sus trabajos oralmente al frente de un grupo de seminario, o contestando preguntas de catedráticos.

Los estudiantes que hacen trampa usando fábricas de ensayos son “casi imposibles de detectar”, según un estudio, se encontró que muchos de los escritores fantasmas, recibirían buenas notas en los ensayos, si estos fueran entregados. Un orador de historia de la Universidad de Nueva Gales del Sur, condujo un experimento en el cual compró 13 ensayos de 13 sitios web ofreciendo escritura fantasma y los entregó a importantes académicos para su calificación, con la idea que habían sido elaborados por estudiantes legítimos. Los resultados fueron “alarmantes”, con la calidad de dichos ensayos siendo de “mejor calidad de la esperada”. El uso de estos lugares podría ser mucho más alto de lo pensado.

Se insta a universidades a que bloqueen páginas web que venden ensayos, que identifiquen los “puntos claves” de trampa y consideren publicar datos de violaciones a la integridad académica. Mientras las universidades lidian con una creciente trampa por contrato – que involucra a estudiantes subcontratando evaluaciones – la vigilancia de la educación superior de Australia ha revelado nuevos lineamientos para enfrentar el tema. Una encuesta reciente, realizada por un profesor adjunto de la Universidad del Sur de Australia, quien ayudó a crear los lineamientos; encontró que el 6% de los estudiantes australianos participaron en trampas.