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Entre 2014 y ahora, el 15.7% de estudiantes de Estados Unidos, admiten haber pagado a alguien para que realicen sus trabajos. Escuelas como Georgia Tech (GT), han lanzado su propia arma en contra de la guerra de trampa contratada; un “bot”. El “bot” GT, llamado Jack Watson, se infiltra en sitios de trampa, haciéndose pasar por escritores por pago y tramposos de tareas. Cuando un estudiante escoge al “bot” para hacer su trabajo, el “bot” le manda al estudiante un trabajo elaborado por el profesor con una “marca de agua”. Nueve estudiantes fueron descubiertos al presentar su trabajo con la letra escarlata.

Según un científico de computación y experto en contratación de trampa, Kenia se ha establecido como el centro del universo de la trampa académica. La mayoría de ensayos para estudiantes universitarios se envían a estudiantes británicos con la garantía que sus tareas no contienen plagio y que son anónimos. En un intento por frenar a los tramposos y después de la presión del gobierno británico, PayPal anunció que bloquearía los pagos que se hicieran a estas fábricas de ensayos.

El vídeo se refiere a casos de "contratos " en Toronto (Canadá). En un reportaje de investigación, un reportero de 680 News habla con un keniano que afirma haber escrito cientos de monografías para estudiantes de Toronto.

El número de estudiantes atrapados haciendo trampa en las mejores universidades del RU se ha disparado en un tercio en tres años, con expertos advirtiendo que las instituciones están ignorando el problema. Un catedrático del Imperial College de Londres y uno de los principales expertos del RU sobre trampa en ensayos, dijeron: “Un número creciente de jóvenes están bajo mucha más presión que antes, y con frecuencia recurren a la trampa para ayudarles a obtener sus títulos. También es más fácil acceder a sitios web que ofrecen ensayos por pago”.

Interesados ofrecen sus opiniones sobre la vigilancia de las universidades pidiendo enfrentar a las páginas web dedicadas al plagio de ensayos. Ofrecen varias soluciones a este creciente problema, incluyendo convertir esos servicios en ilegales, reducir el número de tareas evaluadoras que los estudiantes deben completar, enfocarse en exámenes en las clases más que en ensayos, y facilitarles a los profesores el conocimiento de las capacidades de un estudiante para que puedan darse cuenta cuando un trabajo no se asemeja a los niveles estándares del estudiante.

La Agencia para la Garantía de la Calidad de la Educación Superior o QAA, un organismo independiente de calidad para la educación superior en el Reino Unido; ha publicado un nuevo lineamiento sobre cómo combatir “la trampa contratada”, donde estudiantes pagan a compañías o individuos para producir trabajos, que después ellos hacen pasar como propios. Las compañías involucradas, con frecuencia llamadas “fábricas de ensayos”, generalmente a través de una página web se promueven y reciben órdenes. No solo ofrecen otras tareas, sino que elaboran investigaciones y se hacen pasar por los estudiantes para tomar sus exámenes. Si bien hay una común percepción, que los alumnos estudiando en otro lenguaje están más dispuestos a hacer trampa; en el RU, no existen datos que sustenten esta perspectiva.

Los estudiantes que hacen trampa usando fábricas de ensayos son “casi imposibles de detectar”, según un estudio, se encontró que muchos de los escritores fantasmas, recibirían buenas notas en los ensayos, si estos fueran entregados. Un orador de historia de la Universidad de Nueva Gales del Sur, condujo un experimento en el cual compró 13 ensayos de 13 sitios web ofreciendo escritura fantasma y los entregó a importantes académicos para su calificación, con la idea que habían sido elaborados por estudiantes legítimos. Los resultados fueron “alarmantes”, con la calidad de dichos ensayos siendo de “mejor calidad de la esperada”. El uso de estos lugares podría ser mucho más alto de lo pensado.

La mayoría de los estudiantes son felices con el trabajo duro, hacen su mejor esfuerzo y aceptan las consecuencias. Pero hay un organizador de escritores de ensayos comerciales que están preparados para ayudar a aquellos que no se molestan en estudiar. Las universidades han respondido a la amenaza, tratando de cambiar la manera como evalúan a los estudiantes. Con más frecuencia, los estudiantes están presentando sus trabajos oralmente al frente de un grupo de seminario, o contestando preguntas de catedráticos.