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El fraude alcanza una cota mayor de 20% en la universidad más grande del país. Se identificaron 201 casos el año pasado, comparados con 166 en 2007, si bien la matrícula se mantuvo constante en 38.550 estudiantes. La utilización de celulares, el fisgoneo de notas y material no autorizado con calculadoras, diccionarios, dispositivos electrónicos y respuestas escritas antes de que comiencen los exámenes son algunos de los nuevos y viejos métodos para trampear.

El año pasado, 68 emiratís fueron incluidos en la lista negra de los EE.UU. por haber comprado calificaciones en las "fábricas de diplomas". Las autoridades dijeron que quienes fueran sorprendidos utilizando diplomas falsificados serían pasibles de penas de prisión de hasta 24 años. Sin embargo, el problema persiste. Se sospecha que aunque la universidad está registrada como una empresa en los EE.UU., las operaciones se efectuaron en Dubai, desde donde enviaron las calificaciones falsas a todo el mundo.

En una hora, y por unos 38 dólares, se puede conseguir un título universitario falso en China, pero el castigo que se está aplicando dificulta cada vez más que se use este tipo de fraude para encontrar un trabajo o acceder a una universidad extranjera. Las medidas introducidas por China han puesto freno al fraude y numerosos títulos falsos se detectan ahora a través de procedimientos de autentificación, aún así, algunos títulos reales les han sido otorgados a estudiantes falsos.

La existencia supuesta de un tráfico de diplomas destinado a estudiantes chinos ha sumido en la perplejidad a las universidades acusadas, que se inquietan por los efectos que podría tener sobre la reputación internacional de la educación superior francesa. Después de las denuncias se han abierto dos encuestas, una judicial y otra administrativa, sobre las transacciones que permitían a estudiantes chinos obtener diplomas mediando importantes sumas de dinero.

En la Internet se ofrecen maestrías y doctorados, o incluso grados inferiores, en cuatro semanas y sin reconocimiento oficial. El problema viene después, cuando los estudiantes pasan su examen de admisión a la universidad, pero no pueden ingresar porque sus certificados no son reconocidos. La necesidad de estudiar es tan grande en los países latinoamericanos que la gente se deja engañar.

Según el ministro de Educación y Ciencia, ocho personas fueron juzgadas por corrupción en el sistema educativo en 2008. Se registraron 47 delitos de violaciones financieras, 12 de abuso de poder, 6 de sobornos y 4 de emisión ilegal de diplomas.

El ministro de educación informó que los diplomas de bachiller, que serán entregados a partir de este año, serán diseñados y elaborados por ese despacho con varias medidas de seguridad para evitar que sean falsificados. Agrego que los títulos de bachiller serán gratuitos y, por tanto, ni las juntas escolares ni los directores pueden cobrar.

La Economic and Financial Crimes Commission (EFCC) y la policía han iniciado la persecución de los propietarios de tres universidades privadas ilegales que funcionan en el país. Los propietarios de las instituciones son perseguidos por funcionamiento ilegal y cobro de dinero ilegal a estudiantes ingenuos.

El Council for Degree Accreditation (KYSATS) y la Pancyprian Association of Medical Practitioners investigan a algunos médicos chipriotas y griegos acusados de haber comprado diplomas de medicina falsificados en universidades rumanas. Sin embargo, se ha confirmado que sería muy difícil determinar si un diploma fue comprado o ganado, porque no se examinarían los conocimientos del candidato, sino los procedimientos, es decir, si se siguieron todos los procedimientos y se cumplieron con todos los requisitos legales.

El Defensor del Pueblo Andaluz recibió el año pasado 150 quejas sobre el proceso de escolarización, según se detalla en el informe de 2008 que se acaba de publicar. Razón por la cual apoya las sanciones que castigan con mayor rigor los fraudes, ya que no existe una consecuencia sancionadora clara, evidente y ejemplarizante. Sin embargo, la Consejería de Educación defiende la idea de que la sanción no es el mejor lenguaje, por lo que no habrá ningún tipo de castigo.