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En el libro Corruption in Higher Education: Global Challenges and Responses, treinta y cuatro expertos arrojan luz sobre diversos problemas de corrupción en la enseñanza superior: trampas en los contratos y subcontratación de tareas; procesos de contratación ambivalentes; universidades falsas que adoptan diversas formas, desde planes con ánimo de lucro hasta estudiantes que compran títulos sin cumplir sus obligaciones; la investigación de la corrupción implica a académicos, administradores y organismos, unidos contra la corrupción académica. Algunos de los próximos pasos son: desarrollar una teoría de la integridad, analizar el impacto de la educación secundaria, impulsar la tecnología, evitar la estigmatización de los grupos sociales y fomentar la cooperación mundial.

Se ha detenido a dos docentes por presuntas malas prácticas durante el examen de Certificado de Educación Básica (BECE) en el Centro Técnico Secundario de Dunkwa, en la región central de Ghana. Los sospechosos, tutores de distintas escuelas, fueron sorprendidos cuando intentaban introducir en la sala, a escondidas, las respuestas del examen. La policía recuperó dos teléfonos móviles y las respuestas. El año pasado se ha detenido a doce personas en dos centros de examen por prácticas indebidas similares.

La calidad de la educación en Pakistán es sumamente deficiente en comparación con los estándares mundiales. Los niños estudian con los mismos libros que lo hicieron sus padres o tal vez sus abuelos. En Sindh, los estudiantes que no se presentan a los exámenes acaban aprobándolos. En Lahore, en los principales centros de examen situados cerca de la oficina de la junta directiva, el soborno y las trampas son prácticas habituales. Los docentes se ausentan de las clases y se concentran en seguir tejiendo relaciones con personas influyentes. El personal encargado de los exámenes cierra las aulas a quienes se niegan a acatar la rutina.

En un seminario web organizado por la Universidad de Nairobi, un profesor de currículum e instrucción de la Universidad Tecnológica de Texas desafió al cuerpo docente a adoptar técnicas innovadoras de evaluación en línea que limiten las trampas de los estudiantes y a aplicar políticas de integridad académica. El riesgo de hacer trampas puede reducirse mediante la desactivación de ciertas funciones, como copiar y pegar, y el uso de programas informáticos que prohíban el acceso a determinadas aplicaciones, como el correo electrónico, o la desactivación del uso compartido de la pantalla. Los sistemas que avisan a los profesores cuando los alumnos intentan hacer trampas y los controles de autenticación también pueden ayudar a frenar los riesgos.

Cuatro estudiantes de la Universidad de Virginia han sido sorprendidos haciendo trampas utilizando herramientas lingüísticas de Inteligencia Artificial como ChatGPT para completar sus monografías. Al matricularse, todos los estudiantes se comprometen a seguir un código de honor y, dado que se trataba de la primera oleada de este tipo de trampas, la Universidad hizo que este momento sirviera para aprender. Los estudiantes confesaron haber utilizado dichos sistemas y aceptaron rehacer los trabajos.

Veinte estudiantes de la Universidad de Massey, supuestamente sorprendidos utilizando ChatGPT para hacer trampas, han solicitado una amnistía a cambio de sus confesiones. El equipo docente ofreció un plazo de amnistía y los que volvieran a presentar su trabajo recibirían una nota máxima del 50 %. Para quienes no lo hicieran, y en caso de confirmarse una infracción, obtendrán un cero en la evaluación o un aplazo para todo el curso.

Según una encuesta realizada por Education Sub-Saharan Africa (ESSA), la mayoría de las universidades de África Oriental tuvieron problemas para mantener la integridad de los exámenes que se realizaron en línea durante la pandemia de COVID-19. El investigador principal de ESSA informa que los estudiantes utilizaron materiales prohibidos durante los exámenes o infringieron las políticas de examen de las universidades. Uganda y Kenia registraron el mayor número de universidades con problemas, con un 31 % y un 27 %, respectivamente.

Un estudiante ha desarrollado su propia aplicación de inteligencia artificial (IA) para evitar las trampas mediante robots de redacción de ensayos. A partir de un proyecto destinado a una asignatura universitaria específica, que debía integrar la IA en la educación, y para evitar la desigualdad en los entornos académicos, decidió crear la start-up de software AIED.UK. El estudiante considera a la AIED.UK como una "fase de transición" para evitar las trampas mientras las universidades se adaptan a las nuevas tecnologías.

Una encuesta realizada a 125 bibliotecarios universitarios de EE. UU. ha revelado opiniones divergentes sobre el uso de la inteligencia artificial (IA) en la enseñanza superior. En cuanto a la ética del uso de la IA, el informe señala que el 8% de los bibliotecarios respondieron afirmativamente cuando se les preguntó si creían que se consideraba trampa que los estudiantes utilizaran productos de IA para investigar, mientras que el 42% opinó que en ello hay algo de cierto. Los principales motivos de preocupación son el engaño, la eliminación o reducción del pensamiento crítico y la originalidad, y la sustitución de puestos de trabajo humanos.