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Las universidades australianas planean monitorear a los estudiantes a través de un software como Proctorio o ProctorU, mientras realizan los exámenes desde sus casas debido a la pandemia del coronavirus. Ambas plataformas requieren que los estudiantes concedan el acceso a la cámara web, micrófono y a las teclas, para evitar la trampa. Los estudiantes y académicos están preocupados por la falta de transparencia total donde se almacenarán los datos, quien los podrá acceder, y si cumplirán con las normas australianas vigentes.

En el contexto de la pandemia del Covid-19, la Universidad Nacional de Singapur permitió a los estudiantes a tomar los exámenes desde sus casas. A pesar de las advertencias en contra de la deshonestidad y el plagio, varios estudiantes violaron las reglas de integridad académica: copiaron las respuestas y lo plagiaron. Los instructores están en proceso de revisar los exámenes y todos aquellos estudiantes que copiaron se someterán a acciones disciplinarias.

Un empleado de alto rango de una institución académica, presuntamente malversó Rs 1, 023 93 05 que pertenecían al pago del seguro estatal y fondo de provisión de los empleados. La policía está investigando al acusado por abuso de confianza, apropiación ilícita y falsificación con propósitos de engaño. Fue suspendido de su cargo, debido a su falta de cooperación en los procesos de la comisión.

La Agencia de Calidad y Normas para la Educación Terciaria de Australia está intensificando su cooperación con organismos reguladores para hacerle frente a la contratación de tramposos a escala industrial. Un estudio reciente, mostró que el 10 por ciento de los estudiantes les pagan a otros para completar sus evaluaciones. El Gobierno Federal ha introducido penas de hasta dos años de prisión y multas de hasta $210,000 para los tramposos contratados.

Según la Junta Nacional de Exámenes, existen muchas irregularidades en el sistema de exámenes de las escuelas de secundaria en Kathmandu. Mientras los estudiantes, funcionarios, y administradores escolares tratan de manipular los exámenes a su conveniencia, padres también usan sus influencias para ayudar a sus hijos a hacer trampa. Cuanto más alto sea el porcentaje de aprobados, más estudiantes se matriculan al año siguiente. Tanto educadores como administradores afirman que las fallas en el sistema han llevado a la continua manipulación de exámenes en Nepal, sin embargo, reformas de procedimientos o de políticas tampoco funcionarían si no hay un cambio en la mentalidad de las personas.

El Ministro de Educación anunció que los tramposos vendiendo sus servicios a estudiantes universitarios australianos están enfrentando dos años de prisión o multas hasta por AU$100,000. Los estudiantes que hagan trampa también estarán sujetos a las políticas y sanciones académicas de sus universidades. La Agencia de Regularización y Calidad de la Educación Terciaria, estará empoderada para solicitar medidas legales para forzar a los proveedores de servicio de internet y buscadores a bloquear los sitios web dedicados a la trampa.

En Bangladesh, el fraude académico se desarrolla en proporciones épicas, desde copiar música hasta copiar tareas y comprar tesis. La contratación de copia y plagio no solo se ha generalizado entre los estudiantes, sino que también es practicada por los miembros de la facultad de la Universidad de Dhaka. También han habido incidentes, donde la rama estudiantil de un partido político obligan a los profesores a aprobarles el examen después de contestar erróneamente y a veces hasta sin llegar a tomarlo.

Un miembro del Parlamento de Bangladesh, que ocupa uno de los 50 asientos reservados para mujeres, fue expulsada de una universidad, después que contrató a ocho sustitutas para que hicieran sus exámenes. Según la vicerrectora de la Universidad Abierta, la matrícula de la MP había sido cancelada y no se le permitirá volver a tomar exámenes en la universidad.

Un administrador universitario se ha disculpado con funcionarios distritales por intentar una técnica inusual contra la copia: Los estudiantes usaron cajas de cartón en la cabeza, abiertas de un lado, para que no pudieran copiar el trabajo de alguien más. Un subdirector de una Junta de Educación preuniversitaria local, describió la práctica como “inhumana” y tomaría acción disciplinaria en contra de funcionarios escolares.