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Mientras otro año académico comienza en Afganistán, el país continúa enfrentando inseguridad, una epidemia de corrupción dentro del sistema educativo y viejas costumbres que mantienen a estudiantes y maestros calificados lejos de las aulas. La violencia y la corrupción son problemas difíciles de resolver solo a nivel comunitario. El aumento de la violencia obligó el cierre de más de 1000 escuelas desde 2016 y según un informe elaborado por el supervisor de corrupción independiente del país, la corrupción está teniendo efectos “devastadores” en el sistema educativo y en el país.

Dos reporteros australianos han argumentado, que el gobierno chino está comprando influencias en universidades australianas, donando bibliotecas y fondos para institutos como parte de una ofensiva amplia hacia el fortalecimiento de su “poder blando” en el país. El debate en Australia resuena en preocupaciones en los EU, donde el gobierno chino ha sido acusado de buscar ejercer control sobre la academia, financiando Institutos de Confucio en campus universitarios.

Muchos casos a lo largo del país fueron testigos de padres que llegaron a las escuelas a retornar vales de materiales de uniformes gratis, siendo inválidos. También en otros casos, padres se quejaron que el valor de éstos vales eran insuficientes, y los padres no pudieron comprar material de calidad por un precio específico. En contra de éste escenario, muchas asociaciones de maestros y directores organizaron una conferencia de prensa en Colombo, destacando el hecho que el nuevo sistema de vales no ha hecho nada más que incomodar a profesores, estudiantes y padres.