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Grupos de médicos y científicos preocupados por que el juego sucio socave el buen nombre de la ciencia, han publicado planes para que un organismo nacional se dedique a combatir el fraude en las investigaciones. El Comité de Ética de Publicación (COPE) acordó en una reunión en octubre que es necesario emprender una acción concertada.

El Ministerio de Educación Superior e Investigación ha encomendado al Centro Nacional de Información Científica (CNRS) una misión de integridad científica. Hay muchas formas de fraude científico: fabricación o falsificación parcial de resultados, interpretación sesgada o selección subjetiva de datos, alteración de curvas o imágenes, plagio, robo de ideas, reparto de beneficios financieros... La creciente presión que sufren los investigadores (cuyos créditos y carrera dependen rigurosamente de la cantidad de artículos y resultados que produzcan) tiende a multiplicar las prácticas fraudulentas.

Semanas después de que el ministro de defensa alemán fuese obligado a renunciar por un escándalo de plagio, tres universidades alemanas dicen que están investigando quejas similares acerca de la labor académica de tres figuras de la esfera política del país.

Un experto de fama mundial especializado en la reducción de riesgos relacionados con la cardiocirugía ha sido cesado de la Universidad Erasmus del Centro Médico de Rotterdam, en los Países Bajos, por violación de la integridad académica. En un estudio llevado a cabo se descubrió que utilizaba datos de los pacientes sin permiso, que usaba datos ficticios y que dos ponencias que había presentado en algunas conferencias incluían datos a sabiendas de que no eran fidedignos.