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Mientras otro año académico comienza en Afganistán, el país continúa enfrentando inseguridad, una epidemia de corrupción dentro del sistema educativo y viejas costumbres que mantienen a estudiantes y maestros calificados lejos de las aulas. La violencia y la corrupción son problemas difíciles de resolver solo a nivel comunitario. El aumento de la violencia obligó el cierre de más de 1000 escuelas desde 2016 y según un informe elaborado por el supervisor de corrupción independiente del país, la corrupción está teniendo efectos “devastadores” en el sistema educativo y en el país.

Preocupado por universidades falsas que engañan a estudiantes en el país, un panel Parlamentario se ha esforzado por encontrar medidas “ejemplares” en contra de aquellos que violen los lineamientos de la Comisión de Subvenciones Universitarias (UGC). En otra importante observación, el panel se centró en temas relacionados con corrupción en el Consejo de Educación Técnica en India (AICTE). El panel recomendó que el Ministerio de Desarrollo de Recursos Humanos (HRD) mejore la rendición de cuentas y fortalezca el mecanismo de vigilancia del AICTE.

El gobierno afgano afirma que al menos 8 millones de niños están escolarizados, pero los activistas alegan que hasta el 70 por ciento de las escuelas que figuran en las listas oficiales son supuestamente fantasma, o sólo tienen una parte de los alumnos que dicen tener.

Un alto oficial de E.U. ha pedido una verificación independiente del gobierno Afgán, y sobre todo de las cifras y utilización de la ayuda de E.U. para la educación. Esto a raíz, que ministros Afganesos reclamaran que el gobierno anterior proporcionó datos de escuelas y proyectos de enseñanza superior financiadas por E.U; las cuales eran deficientes, manipuladas y exageradas, y que interfirieron en exámenes de admisión de universidades. Estos alegatos sugieren la existencia de escuelas fantasmas y profesores que están siendo pagados con dinero de ayuda de los E.U.