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Ya hace muchos años en China que el plagio entre profesores y copiar entre los estudiantes llevan siendo prácticas aceptadas en una sociedad que demuestra estar muy poco concienciada en cuanto a la protección de los derechos de la propiedad intelectual. Casi cualquier cosa se puede copiar o falsificar si el precio es el adecuado

La corrupción campa a sus anchas en los procesos de admisión, en exámenes y la asignación de becas en las universidades chinas. Un resultado positivo del reciente escándalo por plagio es el diseño de un código de conducta para alumnos y profesores elaborado por la Universidad de Beijing.

Un escándalo por plagio está poniendo en peligro la industria de la exportación de la educación de Australia que alcanza un valor de 2 mil millones de dólares. De hecho, un escándalo encubierto en el que están implicados 15 compañeros de clase malayos de un grupo de estudiantes amenaza con dañar la reputación a nivel internacional de la Universidad de Newcastle y su lucrativa relación con Asia.

El profesorado es la llave de paso que determina la primera exposición de los estudiantes a las normas éticas y las tradiciones. Muchos observadores de la cultura académica contemporánea han documentado casos de comportamientos irresponsables y poco éticos entre el profesorado. Entre los ejemplos se citan llegar tarde clase, el uso de lenguaje vulgar en foros académicos, mostrar favoritismo entre los estudiantes, el uso indebido de fondos del campus, el plagio, relaciones sexuales con los estudiantes, el fracaso para desempeñar con eficacia las tareas administrativas y, lo más básico, la falta de voluntad para defender el valor de la verdad en la enseñanza y la investigación.

La Universidad del Norte de Kentucky ha acusado a cinco profesores de fabricar datos en artículos académicos, por duplicar y plagiar grandes fragmentos de su propio trabajo en varias publicaciones, y enumerar como autores a un número de profesores de la universidad que no habían realizado ninguna contribución.